Acabo de regresar de Malmö, una pequeña ciudad sueca, pintoresca, con todas las ventajas del superdesarrollo, linda para pasear. Los escandinavos son impresionantes, para ir de Malmö a Copenhague crucé el mar por tren, 8 Km. de vías y carreteras sobre el Báltico.
Lo primero que hice en Copenhague fue visitar a La Sirenita que espera a la orilla del mar. Caminé por los pasos y por algunos de los sueños de Hans Christian Andersen. El frío ha sido bondadoso, de hecho hasta calor se sentía a los 6 grados centígrados. La ciudad está dotada por una gran infraestructura y una calidad de servicios impresionante. Los daneses son amables pero se ven apagados; hay una constante llovizna que enfría aún más el ambiente.
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