jueves, 26 de enero de 2012

Theo Angelopoulos


Paisaje en la niebla es mi primera mirada a su creación y ésta me posibilitó observar el mundo con ojos nuevos; es el año de 1993. Hoy revivo claramente las sensaciones que me mantuvieron sin habla y con los ojos muy abiertos al salir, aquella noche, del Cine Bella Época.

El silencio posterior duró semanas; pensaba y repensaba una interpretación esclarecedora que pudiera acallar “eso” que se había detonado en mí. Visualizaba de nuevo las secuencias del film y éstas se hacían acompañar de un estremecimiento, al tiempo que se me erizaba la piel y la garganta quedaba inhabilitada para expresar “eso” que había visto con todo lo que integra al cuerpo. Todavía ahora, al versar sobre sus películas, me sigue siendo inevitable que llegue a la par una emoción sobrecogedora.

Siempre pienso en él en imágenes, imágenes poderosas, poder que no se encuentra únicamente en la estética y la composición fotográfica, poder que está en el discurso del silencio y que por medio de contundentes metáforas visuales significa su pensamiento, planos secuencias que emulan su manera de ver sin pestañar, para no perder detalle alguno y que regalan dos segundos más de la experiencia contemplativa, experiencia que solamente él podía hacer crecer hasta agotar la respiración del espectador, arrancándole así un espasmo o llevándonos en un movimiento de cámara: al paroxismo.

Director, filósofo, activista político pero por sobretodo: un hombre con la virtud de observar lo inasible y transmitirlo a los que estamos ávidos de ver; que con palabras, percepciones y experiencias nos fecundó los ojos, la mente y el alma.

Vino a la Ciudad de México en el año 2004 a un ciclo de cine dedicado a su obra en el Centro Cultural Universitario de la UNAM. Por alguna razón, ahora inexplicable, no estuve en la presentación que realizó del Prado en llanto. En ese ciclo sólo volví a ver La eternidad y un día, película que años antes había visto en la Cineteca Nacional acompañado por un amigo de la carrera de letras de la facultad. -¿Cuánto dura el amor? le pregunta el poeta a su esposa y ella contesta: -La eternidad y un día. Los ojos se me cristalizan siempre que escucho el esplendido soundtrack compuesto por Eleni Karaindrou para esta película.

Me acuerdo ahora de otro momento que tiene que ver con él: la primera compra que realicé por Amazon, fue La mirada de Ulises en DVD. Seleccioné el material, llené los campos con la información requerida y le di enviar; meses después llegó la tan ansiada caja...


Theo Angelopoulos muere atropellado por un motociclista el 24 de enero del 2012 en Atenas, leo en el periódico digital. Tuve palabras para ti y tu creación, pero todavía no las tengo para tu muerte; pienso en ti y en Gaudí. El entorno se paraliza (como en tus películas), sin embargo quienes estamos en el viaje seguimos en movimiento y éste nos lleva al encuentro de alguna iniciación, a la búsqueda sí mismo, del retorno y, tristemente hoy, del viaje terminal.



P.S. En sueños veo emerger del océano esa mano pétrea descomunal con el dedo índice amputado, el deíctico, que seguramente perteneció a algún dios padre muerto y es elevada al cielo por un helicóptero para perderse en el horizonte sobre la ciudad.

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